-¿Cuántos hijos tienen?
-Cinco, tres varones y dos hembras. En orden descendente la mayor es Larissa, que tiene 15 años, el segundo es Max Enrique, que va a cumplir 14; siguen los mellizos Pedro José y Francisco José, que tienen 12 años, y la más pequeña Neftalí, que tiene 11.
-¿Podría abundar aún más sobre la primera etapa de sus amores con Norma?
-Esa fue una etapa un poco difícil, tuvimos amores antes de 1966.
-¿No formales?
-Bueno, lo que se llamaba formales no, porque eran amores de muy jóvenes, pero sí había cierta aceptación familiar; de modo que eran amores un poco consentidos.
-Más o menos, ¿qué lapso de tiempo duraron sin amores?
-Como once años; entonces yo, en 1966 era un diplomático en México y allá me llegó un ejemplar de la revista "Ahora" que tenía una foto de ella, diciendo que era de San Pedro de Macorís; porque ella era juez en esa ciudad, y yo le escribí una carta diciéndole: "Yo no sabía que tú habías nacido en San Pedro; conque has cambiado tu lugar de nacimiento", y ella me contestó. De ahí en adelante seguimos escribiéndonos y nuevamente se inició la relación.
-¿Cómo se ha sentido; cómo se ha portado Norma?
-Muy bien, lógicamente, la muestra está ahí, es un matrimonio muy feliz. Nosotros hemos logrado entendernos; cada uno entiende la voz del otro; cada uno estimula lo que el otro hace, es decir, que cuando ella tiene que ayudarme lo hace y viceversa y, aunque nuestras profesiones no son las mismas, me considero también un comunicador en ciertos aspectos. Soy periodista; he sido profesor de periodismo; he estudiado periodismo en Ecuador; hice un post grado en Sociología de Comunicación, es decir, la labor de ella se relaciona profundamente con una parte de la primera labor mía.
-¿Ha sentido celos por motivo del trabajo en que Norma se desenvuelve?
-No, nunca; ella es celosa, pero yo no.
-Don Marcio, a pesar de que el motivo que mueve la entrevista es la locutora, como el nombre de esta sección lo indica, la Familia del Locutor, en este caso una locutora, es bueno que los lectores de la revista conozcan, no de manera parcial, sino total, a Marcio Veloz Maggiolo; y como Norma nos decía que usted es antropólogo e historiador, en ese sentido quisiéramos que nos explicara ¿cómo ha logrado alcanzar esa polifacética formación?
-Yo comencé como periodista primeramente cuando era estudiante de filosofía. Estudié derecho y lo dejé, luego comencé a estudiar filosofía, la vocación me llamaba, y como no había una facultad de literatura, sino de filosofía con cierta incidencia en literatura e historia, entonces hice la licenciatura en filosofía. Terminé en 1961, en la UASD, y en 1962 entré como profesor de esa universidad. Acabo de cumplir veinte años como profesor.
-¿Dónde nació usted?
-Aquí en la capital. Veloz es un apellido canario; viene de la isla Canaria. Los Veloz están aquí ya en el siglo XVIII en la Villa de San Carlos y en la villa de lo que es hoy La Zurza; un terreno que se llamaba Veloz y era propiedad de uno de mis ascendientes, que eran canarios especialistas en azúcar; fundamentalmente eran técnicos azucareros que vinieron aquí atraídos por la industria del azúcar; eso es por la parte paterna. Por la materna el Maggiolo es genovés, italiano; pero, claro, te estoy hablando de las primeras generaciones. En mi familia ha habido muchos mestizaje, mucha mezcla, porque mi bisabuelo Nicasio Veloz se casó con una señora, Mercedes Victorino, y por la parte de los Maggiolo la familia ha ampliado mucho.
-¿Cómo incursiona usted en el periodismo?
-Me inicié en el Caribe. En esa época mis compañeros eran Bergés Peña. Yo trabajaba en la sección de pruebas del periódico, como llevador y traedor de pruebas; era muy jovencito en ese entonces. Trabaja también Guido Gil, y también Pascual Peña, era corrector. Después pasé a la redacción del periódico. En 1960 hacía reportajes culturales para el periódico. Recuerdo que ese año me fui a Estados Unidos un poco presionado por la situación política y regresé en 1961.
-¿Era anti trujillista?
-Sí... Bueno, hubo un momento en que ya la situación se hizo tan difícil que la juventud tenía que tomar una decisión y yo me metí en una serie de actividades que me llenaron un poco de temor, porque comenzó la presión política, y así tuve que salir del país.
-¿Exiliado o voluntariamente?
-No, salí voluntariamente, pero con la ayuda de ciertas personas que me ayudaron a conseguir visa. Entonces trabajé al regreso en la revista de la Secretaría de Estado de Educación, ya que me había graduado a finales de 1961, y dirigí también la comisión de la UNESCO. En esa época me nombraron secretario general de esa comisión. Ahí comencé mi labor en la prensa con más calma, a escribir en los periódicos; había publicado en 1960 "Buen Ladrón", que tuvo buena acogida internacional, y luego en 1965 un libro de poemas.
Entonces, a partir de ese momento se me conocía bastante.
Pero además soy meteorólogo. Hice un curso en las Naciones Unidas que terminó en 1954, porque mientras trabajaba como corrector de pruebas en El Caribe, en la mañana trabajaba en la sección de climatología; por lo tanto usé el plus empleo para poder subsistir.
En 1962 el Dr. Luis Escobar, quien era profesor de Historia del Arte me llamó para dar mi primera clase de esa materia en la facultad de farmacia de la UASD, que en esa época tenía materias culturales, y el decano me llamó para que diera clase.