Innegablemente, la televisión es uno de los instrumentos más poderosos que el hombre ha inventado para difundir noticias, propaganda, y para entretener. Sin embargo, el equivocado uso que de este sistema audiovisual se hace, constituye un peligro de incalculables daños.
La "Tele" se ha convertido en un elemento de gran influencia en la formación de valores, opiniones y creencias de la sociedad actual.
Ver televisión sin seleccionar los programas puede afectar la fibra moral del televidente o hacerle consumir un preciado tiempo, necesario para realizar actividades más provechosas o para leer informaciones que le edifiquen intelectual y espiritualmente.
Cuando no existen controles efectivos de parte del Estado de qué se difunde en la televisión, como es el caso de nuestro país, las estaciones de televisión no sólo proyectan programas que promueven valores sanos en beneficio de la buena educación del televidente, sino que además transmiten a cualquier hora del día verdaderos especímenes de disparates y excesos que contribuyen al menoscabo moral de la sociedad, especialmente de los niños.
La televisión puede educar y contribuir a ampliar el conocimiento que el infante tiene del mundo que lo rodea. Ésta, aunque puede despertar efectivamente en los televidentes el interés por la geografía, la historia, las ciencias naturales y otras disciplinas, como también por los problemas que afectan la sociedad, a través de muchos programas, sin duda alguna, puede inclinarlos a la violencia o presentarles las relaciones sexuales desde un visor pervertido, creándoles una norma de conducta equívoca.
Vladimiro Zvorykin, ingeniero norteamericano de origen ruso, fue el inventor del iconoscopio, que no es más que el tubo de los televisores. A este científico, de cuyo nacimiento se cumple este año un siglo, le llaman el "padre de la televisión moderna".
Pues bien, Zvorykin, aunque llegó a expresar que nunca se imaginó que ese invento iba a influir tanto en el mundo, mostró su inconformidad por el mal uso que del mismo se ha venido haciendo en los últimos años.
Son precisamente las imágenes de violencia y de sexo crudo, como también las palabrotas que escuchamos en la televisión, lo que provoca que muchas veces la cataloguemos como el miembro insolente de la familia.
La conjunción de imagen y sonido que se produce en la televisión hace de ese medio de comunicación un instrumento ideal para el entretenimiento. Pero ese aspecto de la televisión viene siendo usado de manera abusiva por muchos padres que han descubierto que el modo más fácil y económico de tener a sus hijos callados es sentarlos frente a ese "hipnotizador moderno". Peor aún, usan la TV para quitarse de encima a los hijos, sin importarles qué clase de programa verán en ella.
Mientras se afirma que la TV une la familia porque gracias a ella los hijos y los esposos salen menos de la casa, son muchos los psicólogos que sostienen, sin embargo, que este sistema de imágenes y sonido constituye una amenaza a la vida familiar, por cuanto evita, con su gran poder hipnotizador, que los padres e hijos, y los esposos, se comuniquen entre sí.
Cuando el padre, la madre y los hijos están en silencio, en atención a la pantalla, ¿está unida la familia realmente?
Espero que estos conceptos sirvan de advertencia para que nuestra sociedad no siga siendo afectada por quienes transmiten y por quienes gustan consumir mensajes alienantes través de esa importante "caja": La Televisión. Y como no todo es totalmente malo ni totalmente bueno en la viña del Señor, espero presentarles en otra ocasión la cara positiva de esta moneda.